ya acabó su novela

Gulp

Publicado: 2008-12-20

Cuando hago talleres de historieta, uno de los capítulos que más gozo es el de las onomatopeyas. En ellas, como en ningún otro elemento del lenguaje de la historieta, alcanza su máximo esplendor la integración entre la palabra escrita y la imagen dibujada. La onomatopeya no se presenta aquí como simple rotulación, sino que la palabra es parte del dibujo, es dibujo. Por eso se filtraron tantas onomatopeyas procedentes del idioma inglés a otras lenguas del mundo. Es que los traductores trabajaban sobre lo que leían en los globos y cartelas, no en el dibujo. Cambiar la onomatopeya no era tan simple como pedirle a un rotulador que escriba la traducción, ni siquiera se resolvía contratando a un dibujante, pues si la onomatopeya original comprometía a los personajes o la ambientación, eso podía suponer un lío legal, al alterar el dibujo.

SPLASH, BANG, GULP, SMUACK, CRASH, CRACK, SNIF, BOING... son onomatopeyas que corresponden a verbos en inglés. Indudablemente ese idioma es muy rico fonéticamente, y en el caso norteamericano es de una gran creatividad, está haciéndose cada día.

En los talleres realizamos ejercicios para reparar en las onomatopeyas propias del idioma original del lugar donde nos encontremos. He conocido así onomatopeyas maravillosas procedentes del español (según cada región latinoamericana o española), quechua, alemán, portugués, etc. A la gente le encanta detenerse a observar sus propias onomatopeyas y luego ponerlas en sus historietas. De esta manera también se trabaja sobre la propia identidad cultural. En relación a las onomatopeyas del inglés, unas pocas parecen irremplazables, al menos eso me pasa con GULP y SNIF. Lo menos que hago en esos casos es incorporarlas con nuestros propios signos ortográficos, por ejemplo, abriendo y cerrando la admiración (¡...!), o eliminando la K o la G al final de un vocablo, innecesarias en nuestro idioma.

A una chica de mi barrio, que era gorda y grande, mis amigos le pusieron "la PUN-DUN-GUN". Había que verla caminar, era exactamente como su chapa onomatopeyística.


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